jueves, 6 de septiembre de 2007
El arte y oficio de escribir historias
El narrador y poeta Ariel Bermani habla de “Veneno”, historia que transcurre en Burzaco, de su pasión por la literatura, la búsqueda de un estilo propio y la vida en el sur del conurbano.
Conrado Nalé Roxlo en su “Borrador de memorias” cuenta que a su entender, existen dos tipos de escritores, los que sólo están en función de tales cuando escriben y los que viven constantemente la aventura de la creación, el gran juego serio que es la literatura. Ariel Bermani, autor de “Veneno”, obra por la que recibió el premio EMECÉ 2006, forma parte de esta segunda clasificación en su afán por “vivir la literatura” e intentar encontrar en ella distintos matices, sabores, colores y aromas a la hora de transmitir ideas y sensaciones. La novela tiene lugar entre 1978 y el 2003 y cuenta la historia de Enrique, también conocido como “Veneno” por su capacidad para intoxicar todo lo que se le acerca. Nacido en Burzaco e hijo de una madre alcohólica y un padre con el no tiene un diálogo fluido, la historia de “Veneno” es la de cualquier alma suburbana de sueños no consumados, de amores postergados, de aquello que pudo ser y no lo fue, al tiempo que se muestra distante respecto de cualquier sentimiento vinculado con el fracaso, la derrota o el abatimiento. Por el contrario, “Veneno” siempre está intentando salir, tratando de “dejar de girar en falso”. Pero para sorpresa de muchos, “Quique” no es el típico buenazo; más bien se instala en una zona de límites difusos entre la bondad y la maldad, entre lo correcto y lo indecente. Mujeriego, peleador, camorrero, es capaz de mostrar lástima y llorar por la muerte de su madre ante un “tachero” con tal de viajar gratis o de llamar a su padre en plena madrugada para decirle que lo quiere.
Changuito (Ch): ¿Cómo se te dio por escribir?
Ariel Bermani (AB): Ocurrió casi mágicamente porque no vengo de una familia de lectores o intelectuales. Tampoco había libros en casa. Yo creo que empecé a escribir incluso antes de empezar a leer, a los doce o trece años y mis primeros libros los compré entre los 17 y los 19. También es cierto que cuando comencé a escribir, lo hice sin saber nada sobre reglas básicas de escritura, sin tener idea de lo que estaba haciendo.
Ch: ¿Cómo surgió Veneno?
AB: Veneno salió de un cuento que yo tenía desde hace mucho, 10 o 15 años. Yo empecé a escribir novelas en el 2003, antes hacía poesía y cuentos. El tema es que el material de esas novelas ya estaba en los cuentos. Y de esto me dí cuenta después de haberlas escrito. De hecho, Veneno era un cuento. Este personaje además apareció en la novela anterior “Leer y escribir”. Ahí entendí que tenía la fuerza suficiente como para tener autonomía.
Ch: ¿Por qué Burzaco como escenario de “Veneno”?
AB: Por que el tipo que me sirvió de base para el personaje era de ahí. Y cuando lo conocí vivía ahí, no fue una elección. Además, la geografía condiciona y desarrolla. Y Veneno es de Burzaco y sus características tienen que ver con eso. Yo lo pensaba en relación con esa zona, esas calles, anda por la estación, por Goyena y Alsina. Cuando empecé a escribir la novela ya estaba determinado que iba a ser así. Cuando elijo un personaje o soy elegido por un personaje para narrarlo, éste ya viene con determinada zona, vive en determinado lugar y tiene tales amigos. Y yo empiezo a conocerlo mientras escribo sobre él, me dejo llevar. Veneno no podía ser de otro lugar, por eso tuve que ser tan explícito.
Ch: “Veneno” está inspirado en un amigo tuyo….
AB: Si, un amigo de Burzaco. En realidad siempre hago eso. Todos los personajes con los que trabajo tienen que ver con personas de mi pasado que pongo en movimiento con historias falsas. Pero nunca fui del todo consciente sobre esto. Por lo general se dio casi naturalmente. En algunos casos me apropié de tics, de alguna forma de hablar, caminar; en otros, de historias, anécdotas, pero sobre todo lo que tomo es el perfil y lo ficcionalizo. Eso te ayuda a darle volumen al personaje. Para mí lo fundamental es ver caminar a los personajes, que se muevan, que no se queden quietos. Me gusta hacer literatura donde los personajes se parezcan a las personas y el lector se meta en el libro y viva en él mientras lo lee, y que cuando lo termine se quede con la sensación de haber conocido a esos tipos y de que realmente existieron.
Ch: Volviendo a esta idea de movimiento, tengo la sensación de que Veneno si bien se mueve, lo hace desde una idea de movimiento en tanto acción, pero es muy pasivo a la hora de generar un cambio en su vida o tratar de concretar algo…
AB: Lo que pasa es que es un personaje que está en cambio, en tránsito, pero no sabe bien hacia dónde. No es ni un perdedor ni un fracasado, ni siquiera nihilista, está buscando salir de ese encierro en el que está metido. Veneno tiene por encierro su entorno, su barrio. Y trata de salir, pero lo hace con sus medios, gira sobre sí mismo, que es una manera de tratar de salir como puede, con lo que tiene. Y a lo mejor queda la sensación de que nunca termina de salir. Pero esa sensación yo la tengo no sólo con los personajes sino con la vida en general. Creo que todos estamos girando en falso permanentemente, tratando de producir cambios en nosotros o imaginando que estamos cambiando, pero siempre estamos girando sobre lo mismo y moviéndonos, consumiéndonos hasta que nos morimos.
Ch: En una entrevista a “Página 12” dijiste algo así como que el sur del que vos escribís ya no existe…
AB: Ese fue el título del reportaje. Yo no dije eso exactamente. Esa fue la lectura del diario sobre el reportaje. Lo que yo decía es que escribo sobre un sur que desconozco, sobre un sur que yo conocía hace 20 años. Yo me fui en el 90 de Burzaco y me hice un ciudadano de Buenos Aires. Vine acá por vocación, sobre todo por laburo y por estudio. Irme de ese sur que ya no existe es una forma de inventar ese proceso de dejar de girar en falso. Así como Veneno, yo traté de girar sobre mí mismo y por eso me fui. Fue para conocer otras cosas, conocer otra gente, salir del barrio e ir a la ciudad. Ese movimiento implicó un montón de cambios: abrir tu cabeza, encontrarte con una vida más movida. Para mí eso fue como tratar de dejar de girar en falso. Irme me sirvió para escribir sobre el sur, porque la distancia te ayuda. En el Gran Buenos Aires escribía solo poesía. Cuando llegué acá empecé a hacer cuentos sobre el sur y después novelas. En alguna medida fue como comenzar a repensar mi pasado, escribir sobre las cosas que viví y la gente que conocí allá. Pero en definitiva ese sur ya no existe porque tiene que ver con el pasado.
Ch. Trapero dice que vivir en Capital es diferente a vivir en el conurbano porque las reglas que se ponen en juego en los dos lugares son diferentes y que lo que realmente le interesa es darle voz a aquellos que no la tienen o no se les da ese espacio. ¿Hay algo de eso en tus libros?
AB: No tengo finalidades políticas. La política me interesa como me interesan muchísimos otros discursos. Pero en realidad yo pienso en una frase de Kafka permanentemente: todo lo que no sea literatura me aburre. Yo vivo la literatura. No me interesa escribir sobre los que no tienen voz, reivindicar la vida suburbana o pensar la vida de los que se quedaron fuera del sistema económico. En realidad no lo pienso de esa manera. Trabajo sobre esos personajes porque me interesan los antihéroes. Todos somos antihéroes y somos un poco patéticos, algunos más y otros menos. Pero me interesan los que tienen el patetismo a flor de piel. Yo creo que la literatura es sobre todo lenguaje, historias. Fabián Casas, que es un gran poeta, decía que la función social del escritor es hacer que la palabra brille, que el lenguaje brille. Y Gelman decía que la poesía es palabra calcinada. A mí me interesa la literatura llena de vida, pero no el costado político. Me interesa el realismo social pero como una cuestión estética, no como una manera de despertar conciencias o hacer que la literatura cumpla una función social determinada. Y los antihéroes y los pobres me gustan porque me siento más cerca de ellos biográficamente, por una cuestión geográfica que tiene que ver con el lugar de donde vengo y porque me parece que la literatura es más rica así.
Ch: Leí por ahí que estudiaste en Adrogué.. Así como no es lo mismo vivir en el conurbano que en Capital, tampoco lo es vivir en Burzaco que en Adrogué…
AB: No, no lo es. Y ahora peor todavía. Estoy yendo a Adrogué una vez por semana para dar unos talleres de literatura y veo que las diferencias son aún más grandes. No en vano los 90 fueron años de reconversión económica y política muy fuerte y la cultura en última instancia sale de eso, de las relaciones económicas y políticas. La base económica termina condicionando la superstructura. Burzaco se pauperizó muchísimo porque se pauperizó el Gran Buenos Aires en general. El grueso de los obreros que vivía en el conurbano y las fábricas donde trabajaban se cerraron, desaparecieron y los tipos ahora son desocupados o viven de changas. Eso cambió totalmente la composición social. Yo vivía en Burzaco en una época en que no era tan pobre como lo es ahora, de todas maneras lo era, e ir a Adrogué a estudiar y tener amigos allá era vivir dos realidades completamente distintas. De hecho el acceso a la cultura es muy diferente, es más trabajoso. En Burzaco no había librerías y creo que tampoco las hay. La biblioteca es otro tema. La cantidad de libros que hay en una no tiene punto de comparación con la otra. Eso te cambia tu relación con la cultura. Es más complicado para un tipo que vive en Burzaco escribir, leer o dedicarse a algo que no sea laburar todo el día, incluso es más difícil que te surja esa inquietud.
Bermani x Bermani
“Todo el tiempo tratás de ser otro. No por una cuestión de felicidad o por estar disconforme, sino porque tiene que ver con el deseo: permanentemente querés otra cosa. Y bueno… buscás y buscás. Yo escribo sobre esa búsqueda, y mis personajes están así buscando y buscando con sus armas y limitaciones, aparentemente con mas limitaciones que otros, pero buscan, se mueven”.
Breve Bermani Ilustrado
“Veneno” forma parte de una trilogía junto con “Leer y escribir” y “Mercado”. Las tres configuran para Bermani una misma novela en lo que concierne a los personajes y a la estructura general.
La vida en la periferia, el lenguaje coloquial, barrial, los antihéroes, la brevedad, la velocidad en la lectura, los climas intensos y una escritura simple, directa, despojada, concisa, sin exhuberancias que envuelve, atrapa y guía al lector definen el estilo de Bermani.
Además de recibir el premio EMECÉ 2006 por “Veneno”, en el año 2004 obtuvo Mención Honorífica en el concurso de novela corta “Julio Cortázar” por “Mercado” y Mención en el Premio Clarín de Novela 2003, por “Leer y escribir”.
A partir del 10 de abril estará a cargo de dos talleres de literatura en la Casa de la Cultura de Adrogué, todos los martes de 17 a 19 hs y de 19.30 a 21.30 hs.
Que siga el baile…
Creada a comienzos de la década del 60, “Los mimosos de Burzaco”, a lo largo de los años ha demostrado ser algo más que una simple comparsa que entretiene y divierte a las multitudes en las noches de carnaval.
El carnaval es probablemente la fiesta popular de mayor tradición en la historia de la humanidad. Solía conmemorarse en la fecha previa a la cuaresma, festividad religiosa donde se prohibía el consumo de carne durante cuarenta días. No por nada carnaval en latín significa “quitar la carne”. Tal es así que durante esta celebración se comía y bebía en exceso. Pero el carnaval también supone un quiebre en el estado imperante de las cosas, un instantáneo y limitado resquebrajamiento del status quo, que casi burlonamente está avalado por ese mismo orden hegemónico que se pretende subvertir. El carnaval es un “ritual autorizado”, una “fiesta de inversión” donde se modifican, se invierten las jerarquías de un sistema social. Sobre la base de una participación plena e igualitaria, el loco del pueblo o los niños pueden convertirse en reyes por una noche, así como un hombre puede hacerse pasar por mujer y las máscaras y disfraces permiten ocultar identidades y crear otras nuevas, entre risas, bombos, zurdos y redoblantes.
Fundada en 1959 entre otros por Lito Miguele, en el club “El Ciclón”, “Los mimosos de Burzaco” recuperan el espíritu y la tradición del carnaval y la comparsa. En un comienzo se llamaron “Los corazones iluminados de Burzaco”. Luego, a partir de la desvinculación de uno de los “inventores”del nombre anterior y por sorteo, poco antes de una presentación, ganó “Los mimosos..” como la denominación oficial que los identifica hasta el día de hoy. Una de las apariciones públicas más trascendentes del grupo fue en el comienzo del filme “El pibe cabeza” (de 1975, protagonizado por Alfredo Alcón), basado en una historia real en donde se cuenta la vida de un joven de Burzaco que robaba a los ricos para ayudar a los pobres.
“Nosotros no somos murga”, aclara Liliana Porto, una de las representantes de “Los mimosos”. “En ella hay cánticos y el número de integrantes no supera los 50. Por otro lado, la comparsa tiene más de 100 miembros, es puro ritmo, es todo instrumental y por lo general se usa el bombo típico argentino que tiene parche de cuero. Pero también se puede implementar el de parche de plástico, característico de la ribera de Brasil y Uruguay”, agrega. En sus comienzos, “Los mimosos de Burzaco” tenían alrededor de 750 personas. Actualmente el número se ha reducido a unos 170 o 200 integrantes de todas las edades. Sin embargo esta baja obedece a motivos estrictamente económicos. “Lo que ganamos en el corso de Punta Indio sólo nos sirvió para pagar uno de los tres colectivos que usamos para transportarnos”, comenta Daniel Ortiz, uno de los líderes de la comparsa. Para él “somos la comparsa de Almirante Brown, no de Burzaco”. Aunque entre sus filas también se alistan habitantes de Betarrán, Claypole, Mármol, Longchamps, Solano, San José, Calzada y de localidades más alejadas como Brandsen o Valentín Alsina. Y nunca discriminan; en la comparsa participan desde chicos con síndrome de down pasando por hipoacúsicos y personas de toda clase social y sexo: ocupados, desocupados, abogados, maestras, médicos, heterosexuales, transexuales, etc. Nadie queda afuera.
La comparsa es además la primera con personería jurídica en la provincia de Buenos Aires, la única de la zona sur que alguna vez tuvo carroza y cuenta con reconocimiento institucional por parte de la Municipalidad de Almirante Brown debido a los años de trayectoria en su labor social y comunitaria. “Trabajamos durante todo el año haciendo eventos en comedores, colegios, clubes o sociedades de fomento dentro y fuera del distrito. Lo único que pedimos a cambio es movilidad y un sándwich y una gaseosa para los chicos”, expresa Liliana.” A su vez, en la sede de la comparsa en Sempere al 2100 funciona un comedor con almuerzo y merienda reforzada al que concurren más de 150 personas de 0 a 99 años. Allí también se dicta un taller de murgas y comparsas, en donde se aprende costura, pintura, dibujo y diseño del vestuario que se utiliza en las distintas presentaciones. Según Liliana “la educación es una prioridad para nosotros y uno de los objetivos para que los chicos formen parte del grupo es que no abandonen el colegio. La idea es que rescaten el valor cultural de la comparsa”. Asimismo, “Los mimosos…” trabajan con escuelas especiales y con la Unidad de Fortalecimiento Familiar de Alte. Brown.
En contraposición a lo que ocurre en Gualeguaychú –el tercer carnaval del mundo después de Río de Janeiro y Venecia- donde las comparsas reciben subsidios y cuentan con un despliegue de plumas, micrófonos, parlantes y tecnología superior, todo en “Los mimosos…” parece estar hecho a pulmón. Todos opinan, todos cosen y colocan lentejuela por lentejuela, mostacilla por mostacilla en cada traje. “A ninguna chica la vas a ver con el vestuario repetido. Lo renovamos año a año y los materiales son los mismos que se utilizan en Gualeguaychú. Allí nos sale un poco menos”, concluye Porto.
“Los mimosos de Burzaco” parecen dar forma a un nuevo estereotipo de héroe que ya no roba ni hace justicia por mano propia. En su lugar, derrocha solidaridad, ritmo, color y alegría sin distinción de sexo, raza, edad, religión o condición social. Tampoco limitan su accionar a una determinada época. Para ellos, todo el año es carnaval.
DATOS
Durante 10 años seguidos ganaron el primer premio en el corso de Ranchos.
El 4 de febrero se presentan en Ranchos. Luego lo harán en General Belgrano, San Miguel del Monte, Cañuelas (a beneficio del hospital de esa localidad) y La Plata.
En el 2006 participaron de la Semana de la no violencia a la mujer y de la Semana del Buen Trato, organizado por el GCBA.
Mimosos vs empresarios
“Los mimosos de Burzaco” actualmente ensayan en la calle o en distintas plazas como la Plaza Palumbo o la de Mármol. El predio público que los vio nacer (El Ciclón) es explotado por empresarios con los que la comparsa tiene diferencias. “Hace dos años que no podemos entrar a los corsos de Alte. Brown, porque estos empresarios nos quieren imponer un precio. Les pagan dos mangos a los murgueros que aceptan esta plata porque cuentan con una federación que les da un subsidio y transporte. No gastan nada. Todo lo que reciben es ganancia. Nosotros hacemos cultura, no negocios y tampoco vamos a llenarle los bolsillos a los empresarios”, explica Ortiz. Lo cierto es que también tienen vedada sus presentaciones en Capital ya que allí se encuentra la Federación de Murgas y Comparsas que no deja entrar a los grupos de provincia.
Sin embargo, esto no siempre es así. “En otros lugares como en San Miguel del Monte, la organización de los corsos es cedida por la municipalidad a hospitales, comedores o a distintas instituciones de bien público. Es un ida y vuelta al pueblo. Yo pago una entrada, me divierto y eso vuelve en obras”, finaliza Liliana.
Hogar, dulce hogar
Cuenta la historia que allá por inicios del siglo XX, buena parte de los inmigrantes judíos que llegaban a nuestro país eran mujeres u hombres solos, mientras que otros pertenecían a grupos familiares reducidos. El impiadoso paso del tiempo y la vejez encontró a muchas de estas personas sin un marco familiar que los contuviera. Pero también es cierto que buena parte de esta ola inmigratoria ni siquiera llegó a pisar suelo argentino: algunos murieron en el barco que los trasladaba huyendo del hambre y la guerra y sus niños quedaron a la deriva. Fue así como en 1915 a partir de la iniciativa de un grupo de inmigrantes europeos se creó el “Asilo de Niños Huérfanos y Ancianos Desposeídos. Este lugar funcionó como espacio de contención, en especial después de la Segunda Guerra Mundial, asistiendo a chicos a los que el conflicto bélico había dejado sin ningún familiar y a las personas mayores que lo habían perdido todo. Pero fue en 1946 cuando un filántropo* español llamado José Iturrat (que no pertenecía a la colectividad) en solidaridad con la comunidad judía víctima de la persecución nazista, donó a la institución el terreno de 16 hectáreas que hoy ocupa en Burzaco. El asilo de niños finalmente cerró en los años 60 y los menores fueron reubicados en distintas familias.
El Hogar Israelita Argentino para Ancianos –tal como pasó a llamarse después- es una entidad de bien público que se preocupa porque los abuelos puedan vivir su vejez con dignidad. Alberga alrededor de 200 residentes que reciben asistencia integral gratuita y están divididos en diferentes casas (en función de su estado de salud y de sus posibilidades de movilidad) que llevan el nombre de importantes personalidades del acontecer político israelí como Levy o Golda Meir. La Licenciada Sofía Aptekman, Coordinadora del Servicio Social señala que la institución cuenta con una población muy envejecida: “El 50% de los residentes tiene entre 82 y 99 años y el 17%, entre 90 y 99. Además el 50% de los abuelos no tiene hijos. Y esto no quiere decir que carezcan de redes sociales o hayan pasado una mala vida. Pueden tener muchos amigos, pero no tienen quien los cuide. Es decir, hay gente que está acá por motivos económicos, otra por razones de salud y la mayoría porque no cuentan con un marco familiar. De todas formas, el ingreso es evaluado por un equipo de especialistas que analiza cada situación puntual”.
El hogar se mantiene en pie gracias al aporte de unos 3800 socios y a las donaciones de empresas y particulares. No recibe ningún subsidio o ayuda gubernamental. Pero esto no es excusa para desarrollar un vasto programa cultural y recreativo. Y este es precisamente el rasgo particular que diferencia al hogar de otras instituciones como geriátricos u hospitales. “Este es un hogar de comunidad -indica la Lic. Sandra Clariá, terapista ocupacional- distinto a una residencia geriátrica privada. Allí se deja al familiar en una institución por lo general cercana al lugar donde uno vive. Acá el lazo es otro, no pasa por la cercanía física o geográfica sino por las costumbres, la cultura, la religión, la historia”. De ahí que la mayoría de los residentes provenga de zonas tan alejadas del sur del conurbano como los barrios porteños de Belgrano, Caballito, Almagro, Villa Crespo y Paternal o del norte del Gran Buenos Aires como Carapachay. Son muy pocas las personas que vienen de la zona sur.
Si bien los trabajadores sociales y el equipo médico está compuesto por profesionales contratados, el hogar cuenta con pasantes a partir de convenios suscriptos con la Universidad Maimónides y la Universidad Nacional de Quilmes. Pero también están los voluntarios permanentes y otros circunstanciales o transitorios que colaboran de manera desinteresada.
El abanico de actividades socioculturales y de estimulación expresiva consta de cinco opciones diarias y entre 8 y 11 mensuales. Éstas últimas incluyen salidas, conmemoración de festividades y visitas al hogar de artistas de la talla de la galardonada soprano rusa Lilia Barinova o del grupo musical de ancianos “Papel Nono”. Las actividades diarias son terapéutico-recreativas y se desarrollan en cada casa, coordinadas por el equipo de profesionales. Cabe aclarar que ninguna es obligatoria. También hay espectáculos artísticos por la tarde de ballet, danza, coro, tango, folclore y teatro. Y actividades que se realizan en intercambio con otras instituciones como escuelas, centros recreativos y la Universidad de la Tercera Edad, que depende de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora, a la que concurren dos alumnos cuasi centenarios a estudiar antropología. “Procuramos que los abuelos salgan de acá y estén en contacto con el exterior”, agrega Aptekman. Entre otras propuestas se destacan el taller de cocina y uno de noticias, donde se discute la información destacada de la semana. A su vez, existe un taller de página web con notas y artículos escritos por los residentes, ciclos de cine y una biblioteca que posee alrededor de 3300 títulos en hebreo e idish así como unas 4000 obras en castellano, inglés, francés, polaco, ruso y portugués. Los lunes tiene lugar el café literario, donde se trabaja con cuentos costumbristas de fuerte impacto sensorial y emocional con el objetivo de reconstruir las capacidades cognitivas de los abuelos y fortalecer la dinámica grupal a partir del arte y la creatividad. Por otro lado, los residentes también elaboran bijouterie, souvenirs o redecoran sus habitaciones.
La idea de que los abuelos sean tenidos en cuenta, se los escuche y puedan decidir por ellos mismos es uno de los principios más importantes del hogar. Una vez por semana cada sector de la casa tiene una asamblea donde los residentes se reúnen con el trabajador social y hablan sobre sus dificultades vinculares o con el organismo. Es un espacio de discusión y debate abierto. En algunas ocasiones, los ancianos hacen las veces de auxiliares en algunas de las actividades que coordinan los trabajadores sociales. Y en la actualidad, se está trabajando en la conformación de una comisión de eventos, formada por residentes encargados de convocar artistas y diferentes personalidades.
La institución está fuertemente orientada a fomentar y estimular el desarrollo de la autoexpresión y el crecimiento personal de sus habitantes. A través de la laborterapia, el terapista ocupacional puede comprender qué valores son los que cuentan para el residente y qué es prioritario para él. Pero la estimulación constante no es privativa de algunos abuelos. Por el contrario, también se extiende a personas en situación más que crítica. “Tenemos una sala donde hay gente con un nivel de deterioro cognitivo muy avanzado. Sin embargo, la terapista ocupacional va dos veces por semana y realiza las tareas de estimulación. Con música, sonidos, ruidos o simplemente hablándole, la persona empieza a comunicarse. Incluso ha habido casos de gente que comenzó a cantar sus viejas canciones”, añade la Coordinadora del Servicio Social.
No obstante, el aporte más innovador del hogar en esta tarea de estimulación permanente es el Taller de la Memoria, vigente desde hace dos años. “Escarbando”, “revolviendo” en la memoria, lo que se busca aquí es crear estrategias y ejercicios para mantener en óptimo estado la actividad mental. Se trabaja con sopas de letras y familias de palabras. A través del olfato o el tacto se rememora, se “hurga” en la experiencia previa y en el recuerdo. Son ejercicios de atención, concentración y asociación, que también buscan la fluidez verbal. “El objetivo es básicamente preventivo –cuenta Sandra Clariá-. Si hay algo que uno no se puede permitir en ningún área de la vida es perder habilidades por desuso. Acá tratamos de reírnos, de pasarla bien, de recordar el vocabulario, artistas, fotos viejas, retener, relacionar, en definitiva jugar en un ambiente agradable y cálido”, concluye.
Pareciera que los usos de la memoria cambian con la edad. Cuando uno es chico la memoria se usa para no olvidar. No olvidar que 8 por 7 es 56 en un examen de matemática, que el 25 de mayo de 1810 se formó el primer gobierno patrio en una prueba de historia, no olvidar la levadura que nos había encargado mamá cuando íbamos a hacer las compras al almacén. Lo inmediato es lo importante y lo retenemos sin pedirlo prestado. Pero el tiempo se encarga de pasar factura. Y la memoria para no olvidar es desplazada por una memoria para recordar. Es así como las imágenes de otros tiempos se tornan más nítidas pero ya no para vivir de recuerdos sino para resignificar la propia existencia, sonreír con nostalgia y continuar…
Héroes anónimos, ilustres desconocidos
Ex presidente y co-fundador del Centro de Almaceneros de Alte. Brown, la figura de Rafael Escobar se erige como la de aquel hombre que hizo de la solidaridad su filosofía de vida. Actualmente, un centro de jubilados y el edificio del Centro de Almaceneros llevan su nombre.
En el imaginario social argentino existen y persisten ciertas ideas, frases y pensamientos. “Que todo tiempo pasado fue mejor” es todo un clásico del “lamento argentiniano”. Pero a veces la inevitable comparación parece darle la razón. En tiempos de globalización y mundialización de mercados, en donde los grandes aplastan a los más pequeños y por lógica a los más débiles, la identidad barrial se ha visto vaciada de contenido ante la progresiva desaparición de varios de sus íconos: el cine de barrio, el potrero, los grandes bailes en las sociedades de fomento o la figura del almacenero pueden servir de ejemplo. En el caso concreto de los almacenes, su presencia se ha visto fuertemente reducida con la potente embestida de las grandes cadenas de supermercados, en particular durante la última década. Según datos del INDEC, por cada empleo que generó la apertura de uno de estos gigantes en los ´90, se perdieron siete en pequeños comercios.
Para Remo Romanazzo, actual presidente del Centro de Almaceneros de Alte Brown, “el almacenero era el banco de crédito del barrio. Si un vecino necesitaba dinero para comprar un remedio o internar al hijo, el almacenero le prestaba sin interés y a pagar como pudiera. Además, su auto se usaba para trasladar a una embarazada o un accidentado. Estaba para todo servicio, a toda hora”.
Dentro de esa raza ya casi extinta se encontraba Rafael Escobar, uno de los mentores del Centro de Almaceneros de Alte. Brown junto a Romanazzo, su principal competencia en el ramo. El Centro surge en 1974 para frenar el abuso de poder de los inspectores municipales que maltrataban a los minoristas confiscando mercadería, aplicando fuertes multas e incluso imponiéndoles varios días de prisión.
Ese mismo “tenemos que hacer algo” parece ser el denominador común que movilizó a varios vecinos de la zona, cuando por noviembre del 87 crearon el centro de jubilados que lleva el nombre de Escobar. “Rafael era una persona fuera de serie. Donde había una necesidad, él estaba colaborando con la gente. Por eso, en honor a él decidimos ponerle su nombre al lugar”, sintetiza Lucrecia Filandro, presidenta de la entidad, que casualmente se ubica en la esquina de Goyena y Joaquín V. Gónzalez, frente a la sociedad de fomento de igual nombre, sede de las primeras reuniones de comisión directiva del centro de almaceneros.
El predio donde funciona el centro de jubilados fue cedido por la municipalidad luego de cinco años de idas y venidas. En un principio recibieron alguna ayuda económica del municipio, pero luego cesaron los subsidios. “Cuando empezamos a construir, la gente de la municipalidad nos iba a ayudar con el techo. Quedaron en contestarnos cuánto iba a salir y después no aparecieron más. Por eso todo se hizo a pulmón, gracias al trabajo de los vecinos”, relata Héctor Rodríguez, vicepresidente del organismo.
El centro cuenta actualmente con 260 socios que pagan una cuota mensual de $1 que junto con el alquiler del salón y algún que otro bingo que se hace de vez en cuando, se utiliza para poder terminar con la construcción y el acondicionamiento del lugar. Por el momento sólo se dictan clases de Taekwondo y se organizan viajes a estancias y quintas los fines de semana y a diferentes centros turísticos del país durante todo el año. Los socios y afiliados al PAMI también pueden acudir a la posta médica que funciona de lunes a jueves de 10 a 12 hs, donde se efectúan controles de presión, diabetes y se cumple con distintos planes de vacunación.
Pero la obra de Escobar no quedó limitada a las cuatro paredes de su autoservicio -el primero de la zona- o al rubro almacenero. Como buen líder de barrio y referente social, impulsó y formó parte de la Sociedad de Fomento Joaquín V. González cuando ésta estaba abandonada, apoyó la creación de la salita de primeros auxilios del barrio El Gaucho y participó de una movida que tuvo como fin la creación de veredas vecinales, calles y refugios de colectivos. A su vez, el compromiso y la valentía a la hora de defender sus convicciones, llevaron a Rafael y Remo a sacar compañeros que habían sido “chupados” durante la última dictadura militar y a ejercer el derecho de reunión y asociación aún cuando estuviera prohibido por el gobierno de facto. “Cuando te digo que íbamos de frente, íbamos de frente”, afirma Romanazzo.
Asesinado a los 49 años en un misterioso hecho el 21 de abril de 1979, siempre quedó la duda sobre las causas de su deceso. En parte por su altruismo y solidaridad en una época del país en donde el terrorismo de Estado buscaba erradicar esos valores. Por otro lado, porque resulta absurdo pensar que los asaltantes dispararon contra Escobar en represalia al accionar de un vecino que le quitó las llaves a la camioneta en la que se trasladaban, con la intención de tirotearse con ellos. “El finado era mi único amigo de verdad, éramos como hermanos. Uno estaba pendiente del otro constantemente”, recuerda Remo. Y agrega “su muerte fue una pérdida terrible para todos. Su velatorio fue el más grande en la historia del partido de Alte, Brown. Habrán concurrido alrededor de 5000 personas, para que tenga una idea de cuánto lo quería la gente”.
Centro de Almaceneros de Alte. Brown “Rafael Escobar”
Ubicado en Plaza Brown 288, 1º P. Adrogué.
Presidente: Remo R. Romanazzo.
Representan a todos los comerciantes de supermercados de barrio, autoservicios, almacenes, despensas, fiambrerías, etc, sean o no socios
Las grandes cadenas y los supermercados chinos no forman parte del centro.
Brindan servicios de asesoramiento, capacitación y seminarios de marketing y comercialización en conjunto con la Universidad de Lomas de Zamora.
El primer seminario para capacitación comercial minorista del país fue idea de Romanazzo y se dictó en la Universidad de Lomas.
TEL: 4293-4665
E-MAIL: camab2005@yahoo.com.ar
Atienden Lu-Mié y Vie de 12.30 a 17.30 hsÍntegro, idealista, amigo, Rafael Escobar es y será recordado siempre como aquel buen tipo que se nutría de buenos gestos y ayudas desinteresadas. Hoy, a más de 25 años de su muerte, los vecinos lo siguen recordando con tributos y homenajes más que merecidos.
La imaginación a las calles: arte urbano en Burzaco
Por Sebastiàn Angeloni
Hubo un tiempo en que el hombre recurría a la pintura para conocer la anatomía y los hábitos de los animales que iba a cazar. Las imágenes se grababan en cuevas y los colores se obtenían del carbón y otras sustancias que se diluían en grasas animales y jugos vegetales. La pintura cumplía un fin instrumental. Mucho después llegó el turno del Renacimiento, y con él, la perspectiva y el retorno al clasicismo griego. El hombre y sus actos se transformaron en el centro de la vida. Pero la pintura perseguía un claro objetivo asociado a lo religioso: garantizar la prédica y la fidelidad de los creyentes a través de las imágenes. Por aquel entonces los artistas comenzaban a firmar sus obras.
En la actualidad la situación ha cambiado. El reciclaje y el pastiche se han convertido en moneda corriente. Son tiempos en los cuales se afirma que los grandes relatos han concluido, donde a lo clásico se le trata de dar una vuelta de tuerca, un significado diferente. Tiempos donde la cita, la parodia y el cruce de sentidos dictan el camino a seguir. En el marco de este nuevo paradigma que muchos intelectuales denominan “postmodernismo” emergen nuevas formas de expresión artística que han abandonado sus espacios tradicionales como el museo o las galerías de arte, pasando a formar parte del paisaje urbano y la cotidianeidad. El stencil, técnica que se vale de un par de radiografías, formas diversas, unos cuantos aerosoles y pura creatividad, es un claro ejemplo.
En los últimos años, han aparecido varios grupos de “stencileros”, producto quizás de un fenómeno devenido en moda. Sin embargo, “Burzaco Stencil”, ha sido desde el vamos, uno de precursores de esta movida. Integrado por Federico Martínez Aquino, de 22 años, estudiante de Diseño Gráfico de la UADE y Valentina Buratti, de 21, quien cursa la carrera de Artes Visuales en el IUNA, “Burzaco Stencil” nació en el 2003, un par de años después de que los chicos comenzaran a “noviar”. A primera vista, sorprende el currículum del dueto: ya han expuesto en el Centro Cultural Recoleta, varias bandas de rock y punk –como Peyotes o Nihilismo- les han solicitado algún diseño, han formado parte de un libro que registra el nacimiento y auge de esta técnica –“Hasta la victoria, stencil”-, han participado en un documental e inspirado a bandas como la de los legendarios alemanes Die Toten Hosen, quienes después de conocerlos sacaron un single cuyo diseño estaba hecho en stencil.
Changuito (Ch): ¿Qué los atrapó del Stencil?
Valentina (V): Yo estaba trabajando en Capital, en una galería de Florida y ví en el piso un diseño de “Buenos Aires Stencil” que tenía a Bush con las orejas de Mickey y la leyenda “Disney War”. Ahí me di cuenta que quería hacer eso. Cuando llegué a casa, le conté a Federico lo que había visto y supuse que se hacía como en los programas de manualidades de Utilísima: a la placa de radiografía le hacés el dibujito de la flor y después, la guarda en la pared. Así empezamos a experimentar por nuestra cuenta. Al principio, lo hicimos con lo que tuvimos a mano. Después nos enteramos que había otros materiales. Cómo desteñir la radiografía fue todo un tema: con lavandina, con cloro, con alcohol, con cutex. Finalmente le encontramos la vuelta con la lavandina. Otro problema era conseguir las radiografías que pedíamos en los hospitales.
Federico (F): Sí, porque no siempre te las dan, ya que se pueden reciclar y volver a usar.
V: De todas formas, cuando la gente supo lo que hacíamos, nos las guardaba. También se puede trabajar con cartón, acetato y filminas. Pero estas dos últimas son carísimas (cuesta $7 una lámina de 50x30) y ninguna de las tres te da la resistencia y la flexibilidad que tiene la radiografía. En el caso del cartón, lo pintás tres veces y ya está gastado completamente.
Después la cosa era encontrar un diseño y empezar a cortar. Una tarde nos sentamos y dijimos: “hagamos veinte”. Cuando los tuvimos, empezamos a “stenciliar” por Burzaco y nunca nos movimos de acá.
F: Y una vez que habíamos pintado unos cuantos por la zona, nos preguntamos qué podíamos hacer para abarcar otros lugares. Y fue ahí que se nos ocurrió hacer la página de internet (www.burzacostencil.com.ar) que nos permitió llegar a más gente.
V: Lo del sitio web estuvo bueno porque no queríamos ir a pintar a Capital. No teníamos ganas de tener que viajar con todo, pintar allá y después volver otra vez.
F: Además a Capital tenés que ir sí o sí de noche, a la madrugada. Acá en Burzaco podés pintar tranquilamente un domingo a la tarde o cualquier día en el horario de la siesta y no molestás a nadie.
V: Por otro lado, en Capital está todo el mundo pintando. En Burzaco esto no es así. Y también el hecho de no ir a pintar a otro lugar tiene que ver con darle a nuestra ciudad la importancia que se merece. De hecho, lo de la página sirvió también para situar a Burzaco en el mapa. Nosotros pintamos acá y no nos movemos. Si la gente no nos conoce, que venga a Burzaco. Igual muchos de nuestros stencils están por las calles de Buenos Aires, pero no los hicimos nosotros, nos plagiaron.
F: De todos modos lo tomamos como un elogio. Por ejemplo, hace unos días, por internet, un chico de Rio Gallegos nos contó que había pintado toda la ciudad con el stencil de Mirtha Legrand.
V: Para nosotros eso en algún punto está bueno. Este pibe lo bajó de la página, lo cortó y lo pintó por su ciudad. Eso para nosotros es muy lindo. Ahora cuando te “curra” alguien que quiere hacer plata con lo que vos hacés, eso ya no va. Tal como nos pasó con un local de la Bond Street, que vendía remeras con nuestros diseños.
Ch: ¿Les parece que el stencil, más allá de la faceta artística, cumple alguna función?
V: Si, pero eso depende de cada grupo. Nosotros nos quedamos con esta cuestión artística porque no nos interesa demasiado la movida política o decir “vamos a hacer pintadas contra Bush”. Ya tenés cincuenta personas haciendo pintadas contra Bush. Hagamos algo alegre, y más por el hecho de estar en Burzaco, donde la gente no vive tan alienada como en Capital. Hagamos algo lindo, más artístico.
F: Para mí el stencil se adapta al motivo que uno quiera: sirve para comunicar algo, para persuadir a alguien, para publicitar algún evento, para promocionar una banda.
V: Lo que también intentamos hacer es movernos por el lado de la ironía, como con el stencil de Mirta Legrand. Son imágenes que probablemente no sean muy innovadoras pero te roban una sonrisa.
Ch: ¿Encuentran influencias de otras artes en lo que ustedes hacen?
V: Bastante del pop-art, Andy Warhol y el arte en serie. Pero básicamente, a nivel estético nuestros stencils son muy personales y tienen que ver con la música, el cine y las imágenes que nos gustan: “El padrino”, “Taxi driver”, “Scarface” y los pin-ups o dibujos de las modelos de los 50 que se mandaban a la guerra, todo un símbolo del erotismo de esa época
Ch: ¿Creen que el stencil hoy por hoy es una moda?
F: Actualmente es una moda. Si bien hay grupos que están desde hace varios años, a partir del 2002 y del 2003 se empezaron a ver muchas más pintadas.
V: Nosotros venimos haciendo stencils desde hace tres años y recién ahora la gente empieza a reconocerlo. También hay empresas que sacan sus publicidades con esta técnica y hasta incluso se habla de una estética-stencil.
F: Pero esto también tiene que ver con que algunos medios adoptaron el stencil como una forma juvenil y rebelde de comunicar, entonces quieren llegar por ese lado a determinado tipo de público.
Ch: ¿Recibieron denuncias de algún vecino por pintar las paredes?
V: No, por suerte no. Nos ha pasado que mientras estábamos pintando, se nos ha acercado gente que nos miraba con cara rara y nosotros pensábamos: “nos van a matar”, y resulta que después nos pedían que les pintáramos el bolso o una remera. La verdad que siempre tuvimos experiencias buenas. Por eso nos animamos a salir a la mañana o a la tarde aunque haya gente. No como en Capital, donde si te agarra “la cana” tenés que comerte una multa o cincuenta pesos de coima. Le fuimos perdiendo el miedo a eso porque la gente lo recibió siempre bien.
F: Igual cuando pintamos tratamos de utilizar una pared “permitida”, es decir, una que ya esté pintada o que sea pública. No vamos a pintar la pared totalmente blanca de un vecino.
Ch: ¿Qué diferencia a un stencil de “Burzaco Stencil” del de otro grupo?
F: El nuestro no tiene mensaje político y priorizamos lo artístico. Tratamos de evolucionar a nivel técnico y ponemos mucha atención en el detalle. Intentamos que el stencil se parezca lo más posible a la imagen real y también recurrimos a la serigrafía, que se maneja por un proceso de revelado donde la imagen adquiere mayor nitidez. Y por otra parte, no trabajamos profesionalmente, a diferencia de varios grupos de Capital que sí lo hacen.
Arte anónimo, callejero, público e irónico, en el stencil se esconde cierta cuota de picardía como la que muestra Valentina cuando se le pregunta si ella y Federico son artistas y contesta risueñamente: “yo sí, pero él es diseñador”.
¿Qué es eso del stencil?
*Se hace con una plantilla recortada –casi siempre una radiografía- que superpuesta sobre una pared, al aplicarle una capa de pintura en aerosol, deja su impronta.
*Por lo general es anónimo y se pinta de noche.
*Los diseños más conocidos de “Burzaco Stencil” son el de Mirtha Legrand, el de las chicas de “hay que besarse más”, y varios de Marilyn y Betty Page.
Nota Ley del Mùsico
Entrevista con miembros del U.M.I
Ley del músico: La unión hace la fuerza
Por Sebastiàn Angeloni
Lic. Ciencias de la comunicaciòn de la UBA
Michel De Certeau, un intelectual francés que junto a Lacan fundó la Escuela Freudiana de París, veía a la sociedad como un espacio donde las instituciones de poder “tejían” todo un entramado de influencias e intereses en el que transcurrían las vidas de los hombres. Los medios de comunicación cumplían para él un papel importante como difusores de estas estrategias de dominio. Pero su visión lejos estaba de resultar apocalíptica. Así como hay un campo de poder hegemónico, también existen tácticas, puntos de escape que intentan aprovecharse de esos pequeños espacios que el poder de turno descuida. Aquí es donde se inscribe el trabajo de la Unión de Músicos Independientes (U.M.I) y sus esfuerzos por modificar una ley -la 14597, impulsada por el Sindicato Argentino de Músicos (SADEM)- que precarizaba su actividad. A través del apoyo progresivo de más de 1300 bandas de diferentes géneros, el UMI ha dado un paso más que importante al obtener el visto bueno del presidente Kirchner, en la derogación del decreto que reglamentaba la ley. En diálogo con “El changuito”, Cristian Aldana, voz de “El otro yo” y el músico Diego Boris, ambos integrantes e impulsores del UMI explicaron cómo poco a poco la agrupación está revirtiendo esta situación desfavorable y reivindicaron la idea de autogestión no ya como oposición a los sellos discográficos sino como una alternativa más, como otro camino posible para desarrollar una carrera musical.
El Changuito(CH):¿Cómo surge el UMI?
Diego Boris (DB): El UMI surgió hace seis años y tiene cinco como asociación civil. Nos une la posibilidad de ejercer la libertad artística y la idea es tratar de dar solución a problemas con los que nos encontramos al principio vinculados a cierto desconocimiento sobre cómo fabricar, masterizar y grabar un disco o hacer una buena tapa.
Cristian Aldana (CA): Si bien la política es algo ajeno y se ve como algo negativo en el ámbito musical, hoy en día, siento que tenemos que incorporarnos a este sistema para cambiar las cosas.
DB: Los productores solían decirte “vos ocupate del arte, que yo me ocupo del negocio”. Y así veíamos músicos que no lograban hacer un mango, ni acceder a la información y a los 30 años, lo descartaban. La verdad es que un músico no va a perder la inspiración por intentar generar recursos para poder ejercer su libertad.
CH: ¿Por qué en el caso de la música se tardó tanto en crear una asociación civil que resguarde el trabajo del músico?
DB: En la música el negocio se metió mucho más y eso hizo que el individualismo sea más grande. Durante muchos años al músico se lo ha tratado como si fuera una estrella y eso lo aleja de las problemáticas reales y en algún momento se la termina creyendo. Nosotros tardamos más en organizarnos en parte por eso. Hubo algunos antecedentes como el MIA (Músicos Independientes Asociados) que si bien no era algo abierto, logró aglutinar alrededor de 20 músicos que sacaban sus propios discos. Había una tradición independiente. Lo que logró la unión es organizarla.
CH: ¿Qué se decidió en la reunión con Kirchner con respecto a la ley del músico?
DB: Él nos anunció que se había equivocado, que había pensado que la ley era algo bueno y que estuvo mal asesorado. Prometió la derogación; un mes después nos llamó a los músicos que participamos ahí (entre ellos Teresa Parodi, Mercedes Sosa, Miguel Cantilo, Víctor Heredia), se amplió la mesa con otros músicos y se anunció la derogación y la posibilidad de construir una nueva ley. Es importante recordar que la ley 14597 se sancionó en 1958, donde había un estado fuerte que cumplía una función de contralor. Esa herramienta puesta en manos de un organismo que no hizo un uso adecuado de ella, trasladó la relación de dependencia de un sector hacia todo el espectro de la música. Lo que tampoco significa que estemos en contra del sindicato, pero creemos que si hubiese habido un uso racional de la ley anterior hubiéramos avanzado. Ahora, como se privilegió la generación de una caja recaudadora por sobre el beneficio, los músicos intuyeron eso y la respuesta fue muy clara.
CH: ¿En qué etapa está la ley? ¿Qué modificaciones plantean respecto a la anterior norma?
CA: Organizamos grupos de trabajo donde cada uno de ellos se encarga de alguna parte que va a tener incidencias en la nueva ley. A medida que nos fuimos juntando, cada una de esas partes fue sacando conclusiones que se discutieron en la asamblea, y allí se eligieron tres o cuatro representantes de cada grupo para redactar la nueva ley. Ahora se está en ese proceso, que es contar con un borrador claro. Uno de los elementos más importantes que se plantean es la creación del Instituto Nacional de la música.
DB: A través de este instituto la idea es brindar herramientas para que los músicos y parte de la sociedad puedan hacer política cultural. Discutir cómo se va a hacer música en Argentina y cómo lograr que la gente se relacione de otra manera con la música.
CA: Los músicos nunca se juntaron para sentar las bases de cómo se debe tratar la carrera musical. Esto de juntarnos permitirá que muchos de los músicos que empiezan a tocar no sientan las mismas frustraciones que sentimos nosotros cuando empezamos.
DB: Cabe aclarar que en estos grupos de trabajo todo el que quiso participar lo hizo. Se anotaron 300 personas, de las cuales 150 trabajaron fuertemente y de esas 150 se eligieron las que participaron de la mesa de redacción. De ellos quedaron más o menos 25 y lo curioso es que la mayoría de la gente que está ahí al principio no la conocíamos. Se hicieron 3 asambleas. Luego se dejó de hacer asambleas para poder armar la ley y ahora se va a volver a convocar a una asamblea cuando se tenga el anteproyecto de ley.
El sitio http://www.musicosconvocados.com/ muestra las novedades sobre cómo marcha la nueva ley.
En definitiva, el UMI parece reformular la teoría de De Certeau logrando que el débil se haga fuerte y ante los intereses creados, la utopía se vuelva realidad.
¿Qué se le cuestiona a la ley anterior?
Concibe al músico en relación de dependencia.
Los músicos deben pagar para tocar y hacerse cargo de gastos de iluminación y sonido.
Faculta al Sindicato de Músicos para otorgar las matrículas que habilitan para tocar en cualquier lugar, previo examen de idoneidad.
Instala la figura de ejercicio ilegal de la música si uno de los músicos no da bien el examen y toca igual.
Hay que abonarle a la entidad gremial $100 anuales por cada músico.
Música en libertad
ü La Unión de Músicos Independientes es una asociación civil que nuclea a más de 1300 bandas.
ü Cuentan con presidente, secretario, tesorero, 4 vocales titulares y 4 vocales suplentes, un órgano de fiscalización y su suplente.
ü Financieramente, depende de los propios beneficiarios. Los asociados pagan una cuota de 6 pesos mensuales.
ü Entre sus principales logros se destacan convenios para fabricar profesionalmente los discos, para imprimir tapas de buena calidad a un costo muy bajo, para masterizar, para hacer videos, remeras y pins. También hay convenios con distribuidoras para poner el material en todas las disquerías y convenios de difusión con revistas, canales y radios.